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martes, mayo 03, 2011

CÓMO DECIR "TE QUIERO"

"Me gusta pensar en la vida del vino. En que es una cosa viva. Me gusta pensar en que pasaba el año en que crecían las uvas. En como brillaba el sol, o si llovía. Me gusta pensar en toda la gente que cuidó y recogió las uvas. Y si es un vino añejo, en cuantos de ellos ya deben de estar muertos. Me gusta ver como un vino sigue evolucionando. Por ejemplo, si abro una botella de vino hoy sabrá distinto a como sabría si la hubiese abierto cualquier otro día. Porque un vino embotellado en realidad está vivo. Y evoluciona y adquiere complejidad constantemente. Hasta alcanzar su punto álgido. Como el tuyo del 61. Y entonces empieza su constante e inevitable declive….Y además tiene un sabor que te cagas."

Este maravilloso diálogo, pertenenciente a la película SIDEWAYS (Entre copas -2004), es un ejemplo de lo mucho que se puede decir de algo con pocas palabras. De lo que es el vino, de lo que es, en definitiva, la propia vida. O de lo que puede ser un amor por descubrir. Quien haya visto esta película sabrá de lo que le hablo. Quien no la haya visto, que la vea. Se hará un gran favor, descubriendo, por ejemplo, la entrada a este fascinante mundo que es el vino, o deleitándose con diálogos tan extraordinarios como este, que es una de las mejores declaraciones de amor que yo he visto nunca en una película. SALUD

martes, agosto 03, 2010


SUEÑO CUMPLIDO (Mi pequeña cronica del concierto de Norah Jones en el XXIV Festival de Castell de Peralada)

Existen pocas sensaciones tan reconfortantes como la de ver realizado un sueño, como la de vivir una experiencia a la que sólo te has podido acercar a través de imágenes creadas en tu cabeza. Unas imágenes que no llegarán nunca a ser reales, porque de nuevo se volvió a cumplir aquello de que cualquier realidad supera a la mejor de las ficciones.


El lugar para ver la realidad de tu sueño no podía ser mejor, el tópico del marco incomparable nunca tuvo mejor ejemplo que esta fascinante población llamada Peralada, en el corazón del Alto Ampurdán, donde pareces perdido en un lugar que parece sacado de un cuento. Es muy difícil expresar con unas cuantas palabras la sensación de pasear por sus pequeñas y solitarias calles, mientras estás escuchando en la prueba de sonido las suaves melodías de Norah Jones, que a pocos metros está entonando esa voz mágica y portentosa. Su música llenando todas sus calles casi sin querer hacerlo, flotando sobre sus piedras centenarias, acariciándolas……”tienen ustedes un pueblo precioso, señora”….le digo a una vecina mientras le pregunto por una calle. La mujer comparte tertulia con las amigas en la gran plaza, tomando “la fresca”, y sólo acierta a contestarme con un …”bueno, no está mal, a veces hacen música y esas cosas……..” ¿No es encantadora?. Me parecía maravilloso pensar que esa señora no había oído hablar en su vida de Norah Jones (ni falta que hace), mientras la voz de la pequeña neoyorkina servía de música de fondo para la conversación.


Como aperitivo a su concierto se anuncia en el programa la presentación de Sasha Dobson, que acompaña a Norah en la guitarra, que nos ofrece temas de su nuevo disco “Burn” (altamente recomendable). El escenario continúa el cuento, escondido en un bosque espectacular, al abrigo del Castillo de Peralada, y con la compañía de varios nidos de cigueñas que serán espectadoras de lujo.


Primero salta a escena Sasha, vestido corto rosa, botas, melena suelta, con la única compañía de sus guitarras. Valiente. Agradece poder cantar en un sitio tan increíble, y se disculpa por no hablar nada de español. Su propuesta es sincera, directa, desnuda de artificios, sin luces, sin músicos, sólo ella y su guitarra. Hay que decir que la mayoría del público parece invitado (imagino que por cuestiones de compromisos comerciales de los muchos patrocinadores del festival), por lo que se nota un ambiente más bien frío, y así es la respuesta a la actuación de Sasha Dobson, aunque para mí fue un grato descubrimiento, de hecho compré el disco a la salida. Parece que el público sólo espera a Norah, y más que nada por el nombre, porque por lo visto después yo creo que el 80% de los asistentes no había oído nunca ni una sola de sus canciones.

Sasha termina, con tímidos aplausos, y tras una larga pausa, en la que varios técnicos afinan una y otra vez los instrumentos, circunstancia que impacienta notablemente a la gente, aparece ella, por fín, pequeña pero inmensa, tímida pero dispuesta calentar a ese público frío y desconocido. No lo podía creer, era ella, era real, de verdad, era Norah. Vestido en tonos morados y negro. “What am I to you” para abrir boca, pertrechada con su Mustang Roja, y todo suena a gloria, con un sonido perfecto, nítido, donde puedes apreciar con claridad cada instrumento. Sin ninguna duda, es el mejor sonido que yo he escuchado nunca en un concierto. En este sentido, un diez al Festival por lo cuidado de la acústica en el auditorio.


“Bona nit”….un primer guiño para ganarse al público. “Los pájaros grandes están durmiendo”……una bonita forma de referirse al sueño de las cigueñas. Y uno tras otro va desgranando casi todos los temas de su último disco (de hecho tocó 10 de las 13 canciones del mismo). Entre estas, mención especial a la puesta en escena de la perturbadora y oscura “Light as a feather”, con un juego de luces espectacular, y otras perlas como “Tell yer mama”, para el lucimiento en los solos de guitarra de Smokey Hormel, aunque se dejó por el camino una de mis favoritas de este último disco, la sugerente “You’ve ruined me”. Toda la primera parte del concierto está dominada por las canciones de “THE FALL”, título del último disco, y la maravillosa “Broken” (está debilidad mía que si tocó), con esa entrada de guitarra tan simple como conmovedora, sirvió como transición a una segunda parte en la que Norah desplegó sus mejores artes, cuando se puso a los mandos de su pequeño piano, adornado con una cálida lamparita de noche, donde se mostró absolutamente dominante, notándose claramente que es en este instrumento donde mejor se desenvuelve, para llevarnos directamente a su terreno, al más auténtico, al del club de jazz, al del humo y la oscuridad, al de la cercanía y conexión directa e inevitable con un público que acabó de rendirse con las mejores versiones posibles de “Cold Cold heart”, “Don´t know why” y “Come away with me(con la que cerró el concierto), siendo estas últimas una síntesis perfecta de lo que representa la música de Norah Jones, con predominio de líneas de bajo y piano, que conforman junto a su voz un triángulo perfecto. Yo estaba allí, a pocos metros, y tenía esa sensación de los grandes momentos, cuando sientes que algo se escapa, que quieres retenerlo casi con las manos y no puedes atraparlo, que quieres que nunca acabe….. la felicidad era esto y yo no lo sabía…… y así, como acababa cada uno de los temas, como apagando suavemente una vela, como si no quisiera acabar nunca las canciones, se acabó el concierto. Norah se fue, tras un bis de dos temas con todos sus músicos alrededor de un micro de ambiente, para terminar la noche con aire country, retrotrayéndonos a sus raíces musicales más profundas, prometiéndome que no volvería a faltar a una cita con la señorita Geethali Norah Jones Shankar cuando vuelva a visitarnos, y agradeciendo una y mil veces haber asistido a esta maravilla de concierto. Me había equivocado. No era buena, era aún mejor. Hasta luego, Norah, nos vemos en la próxima.


martes, marzo 02, 2010




ADIOSES

Nunca me gustaron las despedidas. Las recuerdo en una estación, que a veces era de tren y otras de autobús, pero siempre con el mismo final: ¿por qué? Nunca entendía las despedidas. Estos recuerdos están muy asociados a mi infancia, pero todavía hoy vienen a mi cabeza siempre que piso alguno de estos sitios. Son lugares estos llenos de emociones, que vagan como fantasmas por todos sus rincones. No se fueron a ningún sitio, siempre están ahí, uno sólo tiene que pararse allí un segundo, cerrar los ojos, y lentamente todas empiezan a salir temerosas, como viejas y olvidadas compañeras, para recordarte que ellas, aquellas tristes emociones, se han convertido ahora en esa ligera sonrisa que se dibuja en tu cara cuando vienes a su encuentro.

 El reloj acaba de cambiar de minuto. Es la hora. Es el momento de agitar fuertemente tu mano, correr a la carrera por el largo andén, mientras las lágrimas empiezan a recorrer tus mejillas. Y allí se va, a lo lejos, tu felicidad. Y en ese preciso instante, justo en ese segundo mágico, acaba de nacer un recuerdo en tu vida.

Sólo se me ocurre una cosa más triste que una despedida. Una marcha sin adiós. O peor aún, no saber si alguien se fue de verdad o no, cuando no sabes siquiera si debes llorar, cuando ningún tren abandona la estación. 



domingo, febrero 28, 2010

 

NY: una manzana que debe ser mordida


“¿Usted conoce la palabra grande? Ese tío es muy grande, esas langostas son muy grandes…..” Ay, que gran momento de la radio, este que nos dejó Carlos Pumares……en fin, me viene todo esto a la cabeza al hablar de la palabra grande, y para grande grande, pero GRANDE de verdad, esta ciudad que no es ciudad, que es un mundo grande metido en un sitio pequeño, donde de pronto crees ver en blanco y negro (o eso quieres), y empiezas a ver películas en todos sus rincones, donde las esquinas traen ese olor agridulce inconfundible, esa mezcla entre el vinagre y el azúcar, porque además de verla, hasta donde te alcance la vista, esta ciudad se huele, pero también se oye cuando te comes unos espaguetis carbonara al ritmo de un piano y un contrabajo en directo, donde la luz muestra un laberinto de colores que se mueven en mil direcciones, allí donde quieres coger un taxi sin un rumbo fijo, donde los viejos locales de jazz te llaman a entrar, donde las calles mojadas reflejan sueños, donde las negras voces parecen cantar, donde te tomas un delicioso capuccino en la mesa donde mataron al gángster de turno, donde escuchar “My Way” viendo como el Empire State se pierde entre las nubes en un día de lluvia te pondrá los pelos de punta, donde te puedes comer la mejor pizza del mundo junto a ese mítico puente que parece la entrada a un sitio imposible, donde te quemas tomando sus gigantescos cafés mientras esperas la llegada del metro, con ese sonido que tantas veces has oído en cientos de películas, donde las tiendas no parecen tiendas sino museos, esos museos que guardan las mejores joyas del mundo, aquellas que nunca imaginarías donde estaban, pues estaban allí....


Estarás en una película, no lo dudes, pero no olvides que aquí nunca serás el protagonista, la protagonista será siempre ella, la manzana que debe ser mordida, la ciudad que nunca duerme.


 


lunes, enero 18, 2010

SHEA STADIUM 1965 vs CONCIERTO EN LA AZOTEA DE LOS ESTUDIOS APPLE 1969: BEATLES, LAS DOS CARAS DE LA MISMA MONEDA.


Cuatro chicos. Los mismos chicos 4 años después. Una rebeldía domada por la maquinaria del marketing de los primeros años, frente a su último concierto, cargado de nostalgia y con un cierto sabor agridulce. Todos uniformados frente a anarquismo en el vestir. Pelo a flequillo frente a largas cabelleras y pobladas barbas. Y sólo son 4 años. 4. ¿y que son 4 años en la mayoría de las vidas de la gente? Muy poco tiempo.



Shea Stadium, New York, 15 de agosto de 1965.



Lo que se ha dado en llamar el concierto que supone el pistoletazo de salida de aquello a lo que tan acostumbrados estamos hoy: los conciertos multitudinarios en recintos deportivos. Ese día estos muchachitos que vendían discos como churros, que un año después dirían aquello de que eran más famosos que Jesucristo, reunieron en este estadio de béisbol a más de 55.000 personas, algo que no se había conseguido hasta la fecha en la historia de la música. Y de esas 55.000 personas, al menos 50.000 de ellas en un estado que podría considerarse casi de enajenación mental transitoria, a tenor de las imágenes y del sonido recogido en el concierto, en el sumun del llamado “fenómeno fan”. Enloquecidas “groupies” encaramadas a las vallas hasta el punto de vencerlas, chiquillas poniendo a prueba sus sesenteros peinados a base de maniáticos tirones de pelos, una madre que reparte klinnex a diestro y siniestro, buscando apaciguar en parte unas lágrimas infinitas, carreras, desmayos, saltos hacia el campo en busca de estar más cerca de la causa de tanto lamento, de tanto sufrimiento desbocado.Eso en las imágenes. El sonido es, si acaso, más ilustrativo de esta histeria reunida sin precedentes. De principio a fin. Desde que salen por el túnel de vestuarios, hasta que se van por donde vinieron. En alguna imagen de su entrada al escenario puede verse como algún policia se tapa los oídos al no aguantar el estruendo. “Ladies and gentleman….honored by their country, decorated by their Queen, and loved here in America…….here are …..THE BEATLES………” clamaba el mítico Ed Sullivan para darles entrada al escenario. El griterío debió ser tan ensordecedor que los propios Beatles reconocieron que durante muchas fases del concierto no pudieron oírse, lo que hace mucho más difícil tocar, circunstancia que otorga un extra de grandiosidad al concierto. Y sólo 12 canciones, porque así lo requería la seguridad del evento, incapaz de garantizar un espectáculo seguro por encima de esta duración dada la inmensidad e intensidad del público. Ese día los Beatles recaudaron 304.000 dólares (de los del año 1965), en el apogeo máximo de su éxito mundial. A pocos metros del escenario, Brian Epstein, manager del grupo, vigilaba de cerca, a la vez que se relamía de placer, a sus cuatro chicos, con la felicidad del que se sabe poseedor de la gallina de los huevos de oro. Disfrutaba, casi como un espectador más, de uno de los considerados mejores conciertos de la banda en toda su carrera, un hito sin duda en su corta e intensa historia. Un hito marcado con la naturalidad, la facilidad, y la felicidad que desprendían estos cuatro portentos de la música. Las canciones eran orgasmos colectivos de apenas 3 minutos de duración, en el calor de la noche neoyorquina. Uno tras otro, sólo interrumpidos por las breves introducciones que de ellos hacían Paul y John, los temas iban aumentando el éxtasis colectivo. Hasta el (casi) siempre serio George Harrison parecía estar contagiado por esta vorágine de gritos al ritmo de “She´s a woman”, “Ticket to ride”, y “Can´t buy me love” entre otras, para cerrar con un apoteósico “I’m down”, con un poseído John Lennon tocando el órgano con los codos. Mientras Ringo a lo suyo, con su perenne sonrisa, feliz de todo lo que acontece a su alrededor, como si con él no fuera la cosa. Y el concierto acaba. Breve pero intenso, como si de un “coitus interruptus” se tratara, los “fab four” lo habían vuelto a hacer.



Azotea de los estudios Apple, Londres, 30 de Enero de 1969.



En un frío mediodía londinense, los que primero fueron amigos, después millonarios, y ahora casi extraños, escribían aquí el último capítulo de su historia como grupo, un grupo herido de muerte desde hacía tiempo, y cuyo destino parecía escrito desde su génesis. Teniendo en cuenta sus personalidades tan dispares, su talento desmedido, su acelerada e intensa vida, su final no podía ser otro que este. Las diferencias eran cada vez mayores, las discusiones cada vez más fuertes, todo ello con la inestimable colaboración de Yoko Ono, cuya figura no hizo más que enturbiar una relación ya de por sí insostenible para un conjunto que había alcanzado todas las metas habidas y por haber. Era una banda muerta por el éxito. A pesar de todo esto, y con el fin de grabar unos temas en directo para la película “Let it be”, dejaron sobre esta azotea una nueva muestra de lo que mejor sabían hacer: música. “Dig a pony”, “I’ve got a feeling”, “One after 909” y “Get back” entre otras. 42 minutos de una página musical para la historia. Esa música que les unió, y que incluso aquí volvió a conseguir la sonrisa de John, las miradas cómplices con Paul, la simpatía de Ringo y esos pies incontenibles siguiendo el ritmo de George, todo ello demostrando que la música estaba por encima de cualquier desencuentro, que seguía siendo ese lenguaje mágico por el cual se habían conocido, y que les acompañaría a ellos y a todos nosotros el resto de nuestras vidas. Los Beatles habían muerto. Vivan los Beatles!!.


PD. Quiero unos pantalones verdes y un abrigo de pelo como el de George.......impagable.










lunes, agosto 03, 2009



GILLIAN MURPHY: una lección de geometría sobre unas bailarinas

Les seré sincero. No tengo ni el más mínimo conocimiento técnico sobre ballet. No me pregunten como se llama este paso o ese otro giro. Ni idea. Sólo he sabido acercarme a él, al ballet, de puntillas, como bailan sus bailarinas.

Y la responsable de que me haya asomado como curioso espectador a este, para mi, desconocido mundo,no es otra que esta bailarina de voz tímida y frágil aspecto, que torna en Diosa cuando se calza esas alas blancas y suena la música.
Me invitaron un día a ver en el teatro "El lago de los cisnes", interpretado por el Ballet Nacional Ruso. La música no era en directo, y eso siempre resta puntos en cualquier espectáculo, pero dio lo mismo. Acababa de descubrir algo cautivador. Esa combinación de movimientos armoniosos al ritmo de la música me habían emocionado como pocas cosas de las que hasta entonces había visto.


Y quise más. Y entonces encontré esta perla, la misma obra, esta vez interpretada por el AMERICAN BALLET THEATRE, el más importante de los EE.UU. y uno de los mejores del mundo. Era sólo un DVD, pero la emoción volvía a repetirse. Pero esta vez había más. Todos nos hemos enamorado de una película, de una canción, de un libro......y en aquel momento yo lo acababa de hacer de una bailarina: GILLIAN MURPHY.

Me has enseñado que paras el tiempo cuando cesa la música, te he visto girar con la rapidez de la hélices de un avión, te has quedado suspendida en el cielo con tu pie como único apoyo, has estirado tu cuerpo hasta hacerlo casi infinito, le has dado perfil para que viera que los ángulos no eran sólo dibujos en libros de geometría, y le has puesto múltiples formas a la belleza, que te seguía a cada paso por el escenario. Esa manera de moverse, que no es moverse, es flotar. Es imposible hacerlo con más sutileza y elegancia. Que manera de dominar la escena.

Eras un cisne blanco convertida en maga negra, pero tu encanto no podía esconderse bajo ningún disfraz. Para mi todo eso fue una fantasía. Eras la viva imagen de esas bailarinas perfectas de las cajas de música.

Pero un día, pude verte en directo, en el Teatro Real. Ahora eras Gamzatti, en "La Bayadera", y perdí algo de la fantasía al descubrir que eso que creía un sueño, una ilusión, era ahora, ante mis ojos, una realidad. Los giros imposibles eran posibles, volabas aún más alto de lo que pude imaginar, y nos arrancabas las ovaciones y las lágrimas para hacerte aún más grande. De eso os alimentáis las Diosas, del calor de nuestros aplausos y de esa felicidad que desprendemos cuando os contemplamos. Es un peaje que se paga gustoso cuando el bien comprado es la belleza que nos ayudáis a descubrir, que siempre puede estar encerrada en cualquier sitio, pero de la que vosotras siempre tenéis llave.

A ti, GILLIAN, gracias por tu regalo, y por hacernos creer que los Dioses existen. Que tus alas siempre te lleven más y más alto.












GILLIAN MURPHY: Swan Lake Pas D'action






Y aquí tienen un ejemplo de la palabra "BONITO". La Bayadera, comienzo del Reino de las Sombras (Paris Opera Ballet).......Bravo!!!!! No me gusta jurar, en serio, pero les juro que ver esto en directo pone los pelos de punta.






jueves, julio 02, 2009


Tener "ángel"

¿Han escuchado alguna vez esa expresión? Seguro que sí.
Norah Jones (New York, 1979) representa esa expresión en su más alto grado.
Ella no canta, no, ella te habla, te susurra con su cálida y envolvente voz. Las canciones llegan, una tras otra, donde sólo llegan algunas: al alma.
Pocos saben que es hija de Ravi Shankar, uno de los más grandes virtuosos del sitar, y famoso por su asociación con George Harrison (The Beatles), al que inició en la práctica de este singular instrumento. Quizá alguno más sepa que esta señorita, con su pequeña gran voz, vendió mas de 20 millones de copias de su primer disco "Come away with me", además de arrasar en la entrega de los premios Grammy de 2003, donde consiguió 8 galardones, incluyendo los de mejor canción (Don´t know why), album, disco del año y artista revelación. Se calcula que la venta de todos sus discos supera los 36 millones de copias en todo el mundo.
Pero poco tiene que ver esto con "tener ángel". Esta chica está muy por encima de premios y ventas. Su voz te atrapa. No puedes escapar, ni quieres hacerlo. Sólo quieres que te siga llevando hasta el siguiente verso, donde arrastra y modula su voz de una manera mágica.
Seguramente habrán escuchado voces mas portentosas, con capacidades asombrosas para alcanzar tonos imposibles. Norah no es eso. Norah es el encanto de la sencillez, la emoción en estado puro alejada de todo artificio.
Y luego está al atrevimiento y el talento natural. El primero para versionar a un tal Ray Charles (les suena??) con la canción "Hallelujah I love her so", sabiendo como llevarla a su terreno, y hacerla tan personal sin perder la esencia de la música, haciéndola absolutamente deliciosa. Esta versión puede encontrarse en el disco "Live in St. Germain".
Otra maravillosa canción, versionando en este caso a "The Band", es "Bessie Smith", donde se homenajea a la gran cantante de blues de los años 20 y 30 del mismo nombre. Este tema puede escucharse en el concierto que Norah dió en "The House of Blues" en el año 2002. Sencillamente espectacular.
Hay discos que caen en tus manos. Los oyes. Jamás vuelves a escucharlos.
Hay otros, sólo los elegidos, que caen en tus manos y son tuyos para siempre. Ya son parte de tu historia, de tu vida, de tus emociones. Esos discos que puedes oir una y mil veces, hasta casi destruirlos fisicamente del uso, y nunca jamás te cansarás de ellos. Cada canción será una nueva oportunidad, será como una primera vez inolvidable. Un nuevo viaje a una vieja y conocida emoción.
Todo esto y más son tus canciones, Norah. Todo esto y mucho más eres tú.
Para tí, mi humilde homenaje. Gracias por hacer de la emoción, música.

CANCIÓN: "Bessie Smith"
Norah Jones: Voz, piano electrico Wurlitzer
Adam Levy: Guitarra
Lee Alexander: Contrabajo
Andrew Borger: Batería